"No hay decisiones buenas y malas, solo hay decisiones y somos esclavos de ellas." (Ntros.Ant.)

miércoles, 20 de julio de 2011

MITOS HEBREOS -EL BUFALO-


MITOS HEBREOS
DESCRIPCIÓN DE LOS MONSTRUOS PRIMITIVOS

EL BÚFALO

POR ROBERT GRAVES y RAPHAEL PATAI



Tan fuerte y feroz es el enorme buey salvaje llamado búfalo que cualquier intento de enseñarle a tirar del arado o el rastrillo sería una locura. Sólo Dios puede salvar a la humanidad de sus terribles cuernos.
Solamente un par de esos animales han existido al mismo tiempo. El toro vive en un extremo de la Tierra y la vaca en el otro. Cada setenta años se unen para copular e inmediatamente la vaca mata al toro a mordiscos. Concibe dos terneros mellizos, un macho y una hembra, pero en el undécimo y último año de su preñez se pone demasiado grávida para moverse, por lo que se acuesta y se balancea de un lado a otro. Así moriría de hambre si no fuera por su copiosa saliva,
que riega los campos a su alrededor y hace que brote pasto suficiente para mantenerle la vida. Por fin su vientre se abre, los mellizos saltan de él y la vaca muere. Inmediatamente los terneros recién nacidos se separan y el macho va al este y la hembra al oeste, para volver a unirse al cabo de setenta años.
Cuando el rey David era niño llevó las ovejas de su padre a lo que tomó equivocadamente por una montaña, pero era en realidad un búfalo dormido. El animal se despertó de pronto y se levantó. David le asió el cuerno derecho, que llegaba al Cielo, mientras rogaba: "Señor del Universo, sálvame y Te construiré un templo de cien codos de extensión, como los cuernos de este búfalo". Dios envió misericordiosamente un león, el rey de los animales, ante el cual el búfalo se agazapó obediente, Pero como David temía también al león, Dios envió un ciervo para que lo persiguiera. Entonces David se deslizó del lomo del búfalo y escapó.
Muchas generaciones después Rabba bar Bar-Hana, el famoso viajero, vio un ternero de un día mayor que el monte Tabor, con un cuello que medía alrededor de tres leguas. El estiércol que arrojó en el lecho del río Jordán hizo que el río se desbordara.
Pero el búfalo habría perecido en el Diluvio si Noé no hubiera salvado a sus crías. No encontró lugar para ellas en el Arca, pero ató sus cuernos a la popa y dejó que las puntas de sus hocicos se apoyasen en la cubierta. Así nadaron detrás del arca, dejando una estela como un surco que se extendía tanto como la distancia que hay entre Tiberíades y Susita en la costa opuesta del lago de Genesaret.
En la época de Rabbi Hiyya bar Rabha un ternero recién nacido fue a Israel y desarraigó todos los árboles de la región.
Se proclamó una abstinencia y Rabbi Hiyya rogó a Dios que los librase del animal; inmediatamente su madre moribunda bajó del desierto y el animal volvió con ella.

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