"No hay decisiones buenas y malas, solo hay decisiones y somos esclavos de ellas." (Ntros.Ant.)

viernes, 1 de enero de 2010

MITOLOGIA -LAS DANAIDES Y EL TONEL SIN FONDO-

MITOLOGIA
Las Danaides y el tonel sin fondo



Dámeo y sus cincuenta hijas, las Danaides, huyeron de Libia hacia Argos. Temían la persecución de los cincuenta hijos del rey de Egipto, sus enemigos.
En Argos, Dánao se trabó en obstinado debate con el rey Gelanor, en la plaza publica, y finalmente fue aclamado por el pueblo como nuevo soberano. La decisión popular no tuvo en cuenta solamente el brillo oratorio del forastero, sino también un acontecimiento que pareció señal de los dioses: durante el debate surgió del bosque un lobo solitario que mató un toro y atacó un rebaño. Para el pueblo de Argos, el animal solitario representaba a Dánao.
Poderoso y seguro, el padre de las cincuenta muchachas mandó llamar a los cincuenta hijos de su hermano Egipto. Ellos llegaron dispuestos a hacer las paces, y se adelantaron a decir que las viejas disputas habían sido olvidadas. Para coronar la reconciliación, pidieron a Dánao sus hijas en matrimonio.
En la víspera de las nupcias, el soberano de Argos reunió a sus hijas y le dio una daga a cada una. Las Danaides guardaron cuidadosamente las armas de la venganza: cincuenta dagas para traspasar los cincuenta corazones de los cincuenta hijos de Egipto.
Al día siguiente, tras la consumación del matrimonio, todas las novias –menos una- mataron a sus maridos.
Hipermnestra, que no asesinó a su esposo Linceo, fue encerrada en una torre por su padre. Sus hermanas hicieron a los cuerpos honras fúnebres en Argos y enterraron las cabezas en Lerna.
Un día, el rey se compadeció de todas sus hijas, una prisionera en la torre y las otras sin marido. Liberó a Hipermnestra, autorizo su unión con Linceo, y abrió las puertas a los pretendientes de las cuarenta y nueve viudas.
Pero los pretendientes no vinieron. Toda Argos recordaba la terrible noche del múltiple asesinato de los cuarenta y nueve maridos.
Para borrar el pasado, el soberano promovió competencias atléticas, declarando que los vencedores conquistarían el derecho de desposar a las Danaides, sin la responsabilidad de ofrecer presentes o incurrir en otros gastos.
Y así las cuarenta y nueve traidoras consiguieron nuevos maridos, todos atletas, y con ellos procrearon hijos y fundaron una nueva estirpe, la de los dánaos, que sucedió a la de los pelasgos en la posesión de la antigua Grecia.
Linceo, el sobreviviente, no olvidó la muerte de sus hermanos. Y en venganza mató a Dánao y a las Danaides asesinas.
Cuando las princesas de Argos llegaron al Hades, su destino ya estaba signado. En el Tártaro recibieron perpetuo castigo por sus criminales actos. Allí están ellas, aún hoy, tratando de llenar con sangre un tonel sín fondo, sabedoras que jamás completarán su diabólica tarea.

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