"No hay decisiones buenas y malas, solo hay decisiones y somos esclavos de ellas." (Ntros.Ant.)

viernes, 11 de diciembre de 2009

MITOLOGIA -PLUTON Y TANTALO-

MITOLOGIA
El rey Tántalo y su horrible suplicio


El castigo de Tántalo remeda la cena que determinó su confinamiento definitivo en el inmenso asilo de almas que Plutón gobierna bajo tierra.
La cena se realizó un día en que Tántalo convidó a sus amigos los dioses a un gran banquete en su palacio.
Todos los inmortales del Olimpo comparecieron. No imaginaban las malas intenciones de Tántalo, rey de Frigia, a pesar de las innumerables faltas por este cometidas. Una vez había revelado a sus amigos mortales conversaciones que eran de exclusivo interés de los dioses. En otra ocasión robó néctar y ambrosia (bebida y comida de los dioses) para deleitar a sus concubinas. Y en cuanto al perro de Júpiter, que le había pedido prestado a Mercurio, Tántalo no se molestaba en devolverlo. Parecía que ese acomodado e irreverente señor de la Tierra quería jugar con los dioses.
Apetitosas y humeantes, las fuentes de vituallas atravesaban el salón en todas direcciones. Criados engalanados colocaban en los platos de los divinos comensales enormes porciones de carne rosada. No se daban cuenta de que, involuntariamente, se hacían cómplice de un doble crimen.
Se percibía, sin embargo, una atmósfera sospechosa. La mirada de Tántalo revelaba intenciones malvada. Los inmortales contemplaban sus platos sin moverse. Sólo Ceres, sin darse cuenta de nada, se sirvió de su porción con gesto delicado. Pero al probar el alimento se dio cuenta de que era carne humana: la de un omóplato.
Los dioses se levantaron indignados. Era la última broma del rey de Frigia. Broma trágica, además: el cuerpo servido en el banquete pertenecía al propio hijo del anfitrión. Era un crimen digno de furia implacable de las Erinias. Además de un desafío a la paciencia y la sabiduría de los inmortales. Homicidio y sacrilegio. Castigo: el Tártaro.
Para Tántalo, el infierno es un inmenso lago. Con agua hasta las rodillas, el condenado no puede saciar su eterna sed, pues el líquido le resbala de la boca, rehusándose a humedecerle la garganta. Rodeado de arboles cargados de frutas, no puede aplacar su hambre, pues las ramas se le escapan de las manos.
Y Tántalo con sados y néctares, dispuestos en una gran mesa preparada sólo para él. Pero nunca podrá alcanzarlos, por más que se esfuerce.

1 comentario:

  1. bueno y delicioso articulo, que bien puede representar a la consagrada no se por quin , iglesia de dios o madre de dios, como si este fuera un ser nacido en ella. Solo el amor salvara al mundo, no la iglesia. Aberastain

    ResponderEliminar