"No hay decisiones buenas y malas, solo hay decisiones y somos esclavos de ellas." (Ntros.Ant.)

lunes, 3 de agosto de 2009

MITOLOGIA: - APOLO Y DAFNE -

MITOLOGIA
Apolo y Dafne

De Dafne nace el laurel sagrado



Se llamaba Dafne, hermosa ninfa solitaria y casta que un día juró no pertenecer jamás a varón alguno. Se paseaba por los bosques recogiendo frutos silvestres o tejía guirnaldas con las flores del campo,
En un momento así, la sorprendió Apolo en un claro del bosque. Vio su suave perfil recortándose sobre el verdor de las plantas. Escuchó su canto, maravilloso susurro que le pareció el néctar olímpico (la comida de los dioses), transformado en sonido.
Al notar su presencia, la doncella abandona la guirnalda que estaba tejiendo y deja de cantar. Se levanta de un salto, y queda inmóvil por el susto, mientras busca con ojos aterrados un escondite a su alrededor.
El dios le habla: mágicas palabras de amor dirige a la ninfa, acariciándole con simples gestos apasionados. Pero la ninfa no quiere oír y aparta como puede las manos que se acercan, procurando zafarse. Suplica al dios que se detenga, pero el es sordo a su ruego.
Entonces Dafne echa a correr. Leve, casi diáfana, devora las distancia como si fuera transportada por los vientos más veloces.
Apolo, dios de la luz y de la salud, ligero como aquella y resistente como ésta. Rápido como sus flechas, no demora en alcanzarla. La roza con la punta de sus dedos. Siente el suave perfume de sus cabellos desordenados por la corrida. Y sonríe, triunfante.
Dafne no tiene a donde huir. Indefensa, pide la ayuda de la Tierra. Y ésta la oye; comienza a transformarse entre los brazos del dios. Su piel suave se recubre de una corteza nudosa, se hace rígida, se tiñe de oscuro. Sus uñas delicadas se alargan en gajos y hojas, multiplicados con mágica velocidad. Sus cabellos formas un denso ramaje súbitamente cubierto de verde follaje. El rostro desaparece detrás de la corteza. El cuerpo se transforma en tronco. Queda fijada al mismo lugar en que comenzó a transformarse con raíces hundidas en la tierra. Inmóvil y silenciosa.
Apolo abraza tristemente el árbol que un momento antes fuera una ninfa. Llámale por su nombre, Dafne, que en griego significa laurel, y entre lágrimas declara que ese árbol será consagrado a su culto. Sus hojas serán destinadas a la purificación y guirnaldas tejidas con ellas servirán para coronar a los vencedores en artes, deportes y batallas.

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